28Habitar el diálogo
Conocimos a la Fundación en el año 2006, durante la celebración del “3er Congrés Català de Salut Mental”. En aquel entonces Nikosia fue acogida amable y valientemente como medio de comunicación y como espacio/contexto desde donde se volvían a problematizar aquellas cuestiones que habían estado planteándose en conferencias y mesas de debate. La radio se instaló en los pasillos y los ponentes se acercaban, dialogaban y analizaban lo dicho en el auditorio ante la pregunta y la mirada atenta de personas que, entre otras cuestiones, llevaban algunos años conviviendo con una problemática de salud mental. Aquel era un espacio otro; el público se fue acercando y durante la pausa-café, entre cortados y canapés, lo que fuera parte del umbral fue tomando una humilde centralidad. Sobre todo, como instancia de debate dentro del congreso, como un terreno fértil para la construcción colectiva del pensamiento que permitía profundizar en las ideas desde una perspectiva horizontal, honesta e innovadora. Fue quizás, y al mismo tiempo, una de esas ocasiones en las que comenzaba a considerarse en Cataluña que lo producido en términos de conocimiento junto a personas con sufrimiento psíquico diagnosticado, podía formar parte de los saberes y diálogos posibles sobre la salud mental. Para Nikosia y sus redactor@s, aquel congreso fue un momento fundacional en donde tomar conciencia de las oportunidades de intervención y participación político-social que se abrían desde la radio y el pensamiento común, fue la apertura a un horizonte posible en el cual dejar de ser objetos de la intervención de los “otros” para pasar a ser sujetos activos en los procesos de construcción de sus propios itinerarios de recuperación.
Desde aquel día hasta hoy han sido múltiples los encuentros y diálogos junto a las personas que hacen a la Fundación. Los posgrados, jornadas y acciones compartidas, que han enriquecido el campo de reflexión sobre la salud entendida siempre como una cuestión multidimensional. Quizás por eso pensamos a la Fundación como un espacio y territorio de intersecciones, de encrucijadas y lazos tejidos a lo largo de los años. Cómo una idea en movimiento que, cómo suelen decir en Trieste, nunca deja de cuestionar y cuestionarse para mantenerse viva, dinámica, activa. Es una esfera de encuentros que abogan por un posicionamiento atento a la complejidad del fenómeno de la salud psíquica y que por lo tanto parten de la necesidad de entender el trabajo transdisciplinar como elemento constitutivo de todo pensamiento y práctica. Quizás sea la Fundación uno de esos pocos espacios en donde esta misma idea de lo transdisciplinar no es sólo una declaración de intenciones o retórica liviana, sino una apuesta por pensar la salud desde una aproximación ético-política, cuasi militante, en relación a los colectivos y personas junto a las cuales se desarrollan las prácticas y cuidados.
Hoy sabemos más que nunca que puede resultar ficticio, falaz, intentar abordar la realidad enmarañada del sufrimiento que nos rodea desde un único marco de referencia o desde el solitario campo epistemológico de la disciplina que en principio a cada uno ampare y sostenga. La Fundación ha sido vanguardia en la necesidad de desarrollar un ágora constante, una instancia común, de producción transversal para un mejor acercamiento a los fenómenos de la aflicción. Las disciplinas son constructos que en ocasiones corren el riesgo de articularse desde una cierta omnipotencia que niega en sí misma la posibilidad de llegar a resultados atentos a lo complejo; y la idea germinal y constante de la Fundación, ha sido y es, a nuestro entender, la de generar siempre un territorio para las intersecciones, para la producción de aquello que resulta de lo compartido, lo co-creado. Lo cual no implica, es claro, diluir las disciplinas u obviarlas en sus singularidades y aportes específicos, sino tomar conciencia que la realidad última del sufrimiento psíquico precisa también de aquello que es en tanto resultado de la fusión entre los distintos ámbitos de conocimiento, lo cual incluye de manera fundamental a aquello que resulta de los saberes profanos, de la experiencia en primera persona, de sus maneras de conceptualizar el sufrimiento, sus estrategias de autoatención y cuidado. La Fundación, en cada una de sus acciones, entiende dicha transdisciplinariedad como momento/instancia de resonancias mutuas, de producción colectiva de nuevas significaciones. Es esta una de las ideas claves que compartimos también desde Nikosia y en las propuestas de la Salud Mental Colectiva. Alicia Stolkiner nos da más pistas para comprender la idea a partir de la metáfora de la orquesta:
“Quizás sirva una metáfora para explicar esto: la orquesta sinfónica, en la que cada instrumento tiene su especificidad, su técnica y sus ensayos particulares. Si llegamos antes de que el concierto comience, oiremos una polifonía inarmónica. Sin embargo, cuando la sinfonía comienza, es una. Un solo producto que, no obstante, contiene la diversidad de sonidos de cada instrumento de una manera que no se explica por simple adición. Si reemplazáramos los instrumentos por las disciplinas, la sinfonía, esa única sinfonía, esa unidad que desaparecerá apenas termine la ejecución, sería lo transdisciplinario. Este momento transdisciplinario sería, por ejemplo, el producto de una investigación referida a un problema definido conceptualmente de manera interdisciplinaria o la estrategia que se propone un equipo asistencial frente a una situación específica. Es una situación en construcción continua, no un estado. La tensión entre diferenciación e integración no se resuelve nunca de manera acabada y reaparece frente a cada problema a abordar.” (Stolkiner A. 1999) [1]
La Fundación es una de las primeras entidades en comprender, aplicar y trabajar esta perspectiva. Los resultados están a la vista. Agradecemos desde aquí su confianza, su generosidad y su apertura humana y epistemológica. Su compromiso y valentía constante por abrir espacios de confluencia. Estamos juntas en este camino. Seguimos juntas.
Infinitas gracias también a todas y cada una de las personas que han hecho posible la tarea y la insistencia transformadora de la Fundación, una insistencia que sigue contribuyendo de manera esencial en la construcción de una sociedad más justa, amable y atenta a la complejidad del mundo en el que vivimos.
Felicidades por estos 20 años construyendo puentes, abriendo posibilidades, habitando y habilitando el diálogo. Aquí nos sentimos en casa.
Atentamente.
[1] Artículo publicado en Revista EL CAMPO Psi, Abril – 1999, Buenos Aires, Argentina http://www.campopsi.com.ar